La infancia en Vietnam discurre entre el juego y el trabajo. Aunque últimamente la globalización da para ver pasar a extraños que incrementan la curiosidad de los nativos.
Los paisajes de Sapa, en el norte, apenas surgen de entre las nieblas.
Los mercados, centros de intercambio cultural y en definitva de vida, son los lugares más interesantes, y para las regiones de las minorías étnicas imprescindibles.
Donde la rutina tiene un significado, la forma de vida y la cultura de estas gentes.
Y en cuya dinámica entra en juego la importancia de los animales más emblemáticos como el buey de agua.
La rutina puede parecer aburrida, pero no es así, sólo te permite darte varios descansos mientras la jornada transcurre. Se podría decir que es un fin en sí mismo.
Y claro, el buey omnipresente. Una forma de vida que todavía permite el apego a la tierra y a la naturaleza en este mundo rural y apartado.
Pero el protagonismo en esta región del norte de Vietnam es para las minorías étnicas, con su extraordinaria belleza folklórica y cuya cultura no sabemos cuanto tiempo perdurará.